Cuando falleció, la basílica donde recibió la revelación que lo transformó en religioso, empezó a acoger el desfile de los devotos que, al conocer su muerte, se aproximaron a ese sitio, un recuerdo ineludible para Jorge Bergoglio y los residentes del barrio.

La vivienda en la que residía con sus progenitores y hermanos, el espacio donde practicaba el fútbol con los jóvenes del vecindario, el sitio donde recibió la «revelación» de que se convertiría en sacerdote, y hasta el rincón donde adquiría sus revistas y la peluquería donde se cortaba el pelo.

«Tiene una relación muy especial con esta parroquia, todos los años en Semana Santa daba misa acá y lo esperábamos para este 23 de marzo», decía en 2013 el cura Gabriel, párroco de la Iglesia San José de Flores. Allí nació nació y pasó su adolescencia Jorge Bergoglio. Y la misa que quedó pendiente fue la que debía dar el año en el que fue designado Papa.

Son puntos de referencia sobre la vida del Papa, y que incluso formaron parte de un recorrido turístico para quienes quisieran conocer cuales fueron los pasos de Bergoglio antes de ser Francisco. Todos estos sitios forman parte de un recorrido gratuito en torno a la vida de Jorge Bergoglio, desde el 19 de marzo Francisco, el Sumo Pontífice.

Teresa, vecina de toda la vida de Flores, ahora viviendo en Hurlingham, llegó un rato más temprano a la visita a sus amigas para pasar por la basílica.

Devota del Sagrado Corazón de Jesús, resumió: «Lo único que lamenté de su papado es que no haya podido venir de visita a la Argentina. Entiendo que fue por temas políticos, pero eso impactó en nosotros, sus feligreses. Hubiéramos querido tenerlo en nuestra tierra».

«Humilde como un pajarito», lo describió su amigo Carlos Samaría, quien le fabricaba y reparaba el calzado, en una entrevista con Clarín cuando «el padre Jorge» se convirtió en el papa Francisco y éste le pidió «los (zapatos) negros de siempre, nada de rojo».

El ortopedista y zapatero murió a la misma edad que Bergoglio, a los 88 años, el 1° de septiembre de 2020.

«Me desperté con el teléfono, como todas las mañanas, y me llamó la atención la cantidad de mensajes. Los leí y recé en casa, solo. Recé para que los católicos volvamos a tener un Papa bueno», comentó José Luis.

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