La parte habilitada abarca la esquina de avenida Sarmiento y Santa Fe, frente a Plaza Italia.
Un 1° de septiembre de hace dos años cerró. Lo que varias generaciones conocieron como Zoo de Buenos Aires pasó a llamarse Ecoparque. Se dijo que los animales -aquellos que estuviesen en condiciones- serían trasladados y el predio, ya en manos del Estado, volvería a abrir, dos años después, con una primera etapa terminada. Este jueves, desde las 10, el ex zoo porteño reabre. No en forma completa, sino parcial. Con 2,3 hectáreas, de las 18 totales.
La parte habilitada abarca la esquina de avenida Sarmiento y Santa Fe, frente a Plaza Italia. Desde el portal, que es una réplica en escala del Arco de Tito Romano, hasta el lago Darwin. Es la postal de acceso, la que durante décadas las familias porteñas veían primero, junto a una boletería que ya no está. Era grande, maciza, sin ninguna relación con el entorno. Un paso obligado antes de recorrer jaula por jaula, tirándoles comida comprada a los animales encerrados. Pero ya nada de eso pasará.
Las funcionalidades de esta primera parte se parecerán a las de un parque. Aunque todo el ambiente recrea a la fauna y flora de Buenos Aires: el ecosistema de las Pampas y delta e islas del Paraná. En el lago Darwin además se instaló vegetación que cumple la función de favorecer la fitorremediación. Es una técnica que aprovecha la capacidad de ciertas plantas acuáticas para absorber, acumular, metabolizar, volatizar o estabilizar contaminantes.
Entre las mejoras, también se restauró el arco de ingreso, se abrieron accesos y repararon caminos. La reforma de esas 2,3 hectáreas costó $ 93.517.962.
Visitas
Primero, el ingreso será gratuito y por cupos para preservar el espacio. También estará limitado entre jueves y domingos, de 10 a 17. Segundo, los asistentes ya no verán animales enjaulados. No en esta instancia, porque no se descarta en futuras, aunque -dicen- sin el concepto de exhibición, sino con uno ligado a la educación y conservación.
El Ecoparque se irá abriendo en forma paulatina. Hacia el segundo semestre de 2019 las autoridades del Ministerio de Ambiente de la Ciudad proyectan que pueda recorrerse sin limitaciones. Las obras de restauración de los edificios históricos convivirán con el público hasta 2021, cuando está programada su finalización.
Hoy un muro verde, por sectores recto y en otros ondulante, marca el límite entre la zona accesible y la restringida. Detrás de él, en lo alto se ve a obreros trabajando en la casita Bagley -boletería original, en la que después se montó una confitería de la marca-, el pabellón de los loros y la casa de los leones.