Una familia inquilina en la Ciudad de Buenos Aires necesita ingresos superiores a $ 64.061 para no ser pobre, según un informe publicado este jueves por la Dirección de Estadística porteña.
El valor se descompone en $ 47.169 en gastos de alimentos y generales, más $ 16.892 de alquiler de 2 ambientes modestos en un PH sin expensas. La canasta alimentaria aumentó 3,2% frente a agosto 41,2% contra septiembre de 2019.
Estas cifras difieren con los datos informados por el INDEC para Capital y el Gran Buenos Aires. La explicación es que, al calcular el valor de la canasta, el INDEC considera como gasto de alquiler el promedio entre los que pagan los inquilinos y los propietarios de la vivienda que, por definición, no abonan alquiler. Eso arrojó para septiembre un valor de $ 47.217,95.
La Dirección porteña calcula el valor de la canasta sin el alquiler –que fue de $ 47.169. Y para los hogares no propietarios, le adiciona el alquiler. De ahí resultan valores muy diferentes en la canasta de pobreza que, al compararlos con los ingresos de la población, lleva a fuertes diferencias entre las dos mediciones oficiales de indigencia y pobreza.
Según el informe, en tan solo 5 años, en el inicio de la serie que arranca en el primer semestre de 2015, la “clase media” representaba el 53% de la población porteña (1.624.000 habitantes) y en igual período de 2020 se redujo al 45,2% (1.268.000). La diferencia pasó a engrosar los sectores pobres que subieron del 16,8% al 28,2% de los poco más de 3 millones de residentes porteños.
Lo que sucedió fue que todos los sectores descendieron uno o varios escalones: una parte de los sectores acomodados retrocedieron y se convirtieron en clase media de la que, una parte, descendió a la categoría de “sector vulnerable” y el grueso a vivir en la pobreza.